Doña Perfecta : 10
Doña PerfectaCapítulo X La existencia de la discordia es evidente de Benito Pérez Galdós Pepe Rey se encontraba turbado y confuso, furioso contra los demás y contra sí mismo, procurando indagar la causa de aquella pugna entablada a pesar suyo entre su pensamiento y el pensamiento de los amigos de su tía. Pensativo y triste, augurando discordias, permaneció breve rato sentado en el banco de la glorieta, con la barba apoyada en el pecho, fruncido el ceño, cruzadas las manos. Se creía solo. De repente sintió una alegre voz que modulaba entre dientes el estribillo de una canción de zarzuela. Miró y vio a D. Jacinto en el rincón opuesto de la glorieta. -¡Ah! Sr. de Rey -dijo de improviso el rapaz- no se lastiman impunemente los sentimientos religiosos de la inmensa mayoría de una nación... Si no considere Vd. lo que pasó en la primera revolución francesa... Cuando Pepe oyó el zumbidillo de aquel...
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