Doña Luz: 05
Capítulo IV 05 Pág. 05 de 22 Doña Luz Juan Valera Los amigos íntimos de doña Luz Doña Luz, dadas las circunstancias en que se hallaba y las condiciones de su carácter, no podía menos de vivir como vivía. El orgullo es malo sin duda. ¿Cuánto mejor y más cristiana no es la humildad? En el orgullo hay mucho de egoísmo, mientras que la humildad es toda devoción y abandono. Y sin embargo, ¿cómo negar que un orgullo bien dirigido es causa a veces de altas virtudes y de honrada conducta? Sea como sea, no debemos ocultar que nuestra heroína era muy orgullosa. Quien esto escribe no tiene manías o predilecciones aristocráticas. Al contrario, siempre se ha obstinado en creer que no vale menos la gente de los lugares que la más encopetada de la corte. Mutatis mutandis, todo le parece lo mismo: la mujer del alcalde es igual a una emperatriz o reina, la del escribano equivale a la duquesa más en moda en Madrid, y el majo Fulanito se le antoja más...
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