Don Segundo Sombra: 11
Don Segundo Sombra: XI de Ricardo Güiraldes En el camino de luz proyectado por la puerta hacia la noche, los hombres se apiñaban como querezas en un tajo. Pedro me echaba por delante y entramos, pero mis pobres ropas de resero me restaban aplomo, de modo que nos acoquinamos a la orillita de la entrada. Las muchachas, modestamente recogidas en actitud de pudor, eran tentadoras como las frutas maduras, que esperan en traje llamativo quien las tome para gozarlas. Corrí mi vista sobre ellas, como se corre la mano sobre un juego de bombas trenzadas. De a una pasaron bajo mi curiosidad sin retenerla. De pronto vi a mi mocita, vestida de punzó, con pañuelo celeste al cuello y me pareció que toda su coquetería era para mí solo. Un acordeón y dos guitarras iniciaron una polca. Nadie se movía. Sufrí la ilusión de que toda la paisanada no tenía más razón de ser que la de sus manos, inhábiles en el ocio. Eran aquellos unos bultos pesados y fuertes, que las mujeres dejaban...
Está viendo el 6% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas