Doctor Angelicus: 3
Doctor Angelicus Capítulo III de Leopoldo Alas En el ínterin, como dice un orador que yo, conozco; en el ínterin, Pánfilo no pensaba más que en encontrarle el quid divinum a su mujer, sin que se ocurriera dar con el quid de la dificultad. Y así como Don Quijote averiguó al cabo que éste, y no otro, era el nombre significativo que convenía a la altura y calidad de sus proezas, Pánfilo entendió que Eufemia se distinguía por un delicadísimo gusto, que la inclinaba a lo más espiritual y sublime, a la quinta esencia de los afectos sin nombre, cuyos misteriosos matices jamás traducirán las bellas artes, ni la más profunda armonía, ni la lírica mejor inspirada. Oigamos, o mejor, leamos a don Pánfilo: «Pasan por el alma a veces extraños y sublimes sueños, adivinaciones de verdades del cielo, amorosas ansias, que no son, sin embargo, como la pasión ciega, sino como luz que estuviera enamorada del calor; pues todo esto es lo que siente y comprende Eufemia, mi...
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