De tal palo, tal astilla:26

22/12/2010 2.973 Palabras

De tal palo, tal astillaCapítulo XXVI: La gota del agua de José María de Pereda Dejamos a Fernando en camino de su pueblo, más abatido con el peso de la última inclemencia de Águeda, que ufano con los frutos de su entrevista con el párroco de Valdecines. Según iba profundizándose la herida de su corazón, menos se prometía de los remedios para cicatrizarla. Cada paso que retrocedía, le alejaba una inmensidad del término de su jornada. Condición es ésta que se cumple con rigor extremo en las grandes fatigas del espíritu. Como ya no era nuestro personaje el hombre de los ímpetus apasionados, hijos de las primeras contrariedades de la vida, sino un desdichado más, sujeto a la cadena de un imposible, iba arrastrándola poco a poco, atento sólo a medir las escasas fuerzas que le quedaban, no a buscar en el desierto de imaginación un punto donde arrojar la pesada carga, refrescar las sedientas fauces y alentar el fatigado pecho con aguas cristalinas y aires...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info