Cobarde
Cobarde
de Marcos Rafael Blanco Belmonte
Raudo el buque navega. En la toldilla
fuma impasible el capitán negrero.
Por la abierta escotilla
sube murmullo ronco y plañídero,
que el sollozo semeja
de mil bestias humanas;
es el ébano vivo que se queja
al dejar las llanuras africanas.
Y mientras gime abajo el cargamento,
y a merced de las olas y del viento,
navega el barco por la mar bravía,
que nos relate el capitán un cuento,
pide a voces la audaz marinería.
-¿Una historia pedís? Ahí va la mía,
-el negrero exclamó-. Si por mi alarde
de arrojo temerario habéis creído,
que cual valiente soy, valiente he sido,
¡grande fue vuestro error! Yo fuí un cobarde.
Yo fuí cobarde, sí, porque yo amaba
con la ternura de la edad primera,
a una mujer que infame me engañaba,
y la amaba frenético, la amaba
como ama a sus cachorros la pantera.
No sé si su adulterío o mi cariño
la hicieron...
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