Capítulo 27: El ejemplo de los filósofos
De la felicidadCapítulo XXVII: El ejemplo de los filósofos de Séneca Mucho más necesario es ordenároslo a vosotros, para que, siempre que aquel oráculo profiera algo, lo escuchéis atentos y callados. Cuando alguno, agitando el sistro, miente por orden; cuando alguno, hábil en cortarse los músculos, se ensangrienta los brazos y los hombros con mano indecisa; cuando otra aúlla, arrastrándose de rodillas por la calle, y un viejo vestido de lienzo, con un laurel y una linterna en pleno día, vocifera que alguno de los dioses está airado, acudís y escucháis y, fomentando mutuamente vuestro estupor, afirmáis que está inspirado. Pues bien, Sócrates, desde aquella prisión que purificó al entrar en ella e hizo más honrosa que cualquier curia, proclama: "¿Qué locura es ésta, qué carácter enemigo de los dioses y de los hombres es el que infama las virtudes y profana con palabras malévolas las cosas santas?. Si podéis, alabad a los buenos; si no, seguid vuestro...
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