Cañas y Barro: 26
none Pág. 26 de 158 Cañas y Barro Vicente Blasco Ibáñez Aquel barquero de otros tiempos también había visto cosas grandes sin salir de allí. Y el tío Paloma contaba a su nieto el viaje de Carlos IV y su esposa a la Albufera, cuando él aún no había nacido. Esto no le impedía describir a Tonet las grandes tiendas con banderolas y tapices levantadas entre los pinos de la Dehesa para el banquete real; las músicas, las traíllas de perros, los lacayos de empolvada peluca custodiando los carros de víveres. El rey, vestido de cazador, se rodeaba de los rústicos tiradores de la Albufera, casi desnudos y con viejos arcabuces, admirando sus proezas, mientras María Luisa paseaba por las frondosidades de la selva del brazo de don Manuel Godoy. Y el viejo, recordando esta visita famosa, acababa por entonar la copla que le había enseñado su padre: Debajo de un pino verde le dijo la reina al rey: «Mucho te quiero, Carlitos, pero más quiero a Manuel». Su temblona...
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