Bendición de la tierra - Capítulo 7
Pasan los días. La bonanza, el sol benigno y los chubascos intermitentes favorecen el crecimiento de las cosechas. Los colonos dan fin a la recolección del heno, tan abundante, que no cabe todo en un sitioy han de repartirlo entre la habitación, la cuadra ybajo el abrigo de un saliente de la roca. Inger no estánunca ociosa, y su ayuda se hace imprescindible. Isakaprovecha todas las horas de lluvia para terminarsu cobertizo y cubrir pronto el lado sur, a fin de queel heno rebosante quede guardado en sitio conveniente. Todo marcha de prisa y llegará, sin duda, a feliztérmino. Sin embargo, el triste acontecimiento y sus congojas nada puede borrarlos. Las consecuencias son inevitables. El bien no siempre deja huella en el camino; el mal, en cambio, arrastra inevitablemente sus consecuencias. Desde un principio, Isak, al hacerse cargo del acto de su mujer, se había limitado a preguntar: —¿Pero cómo llegaste a hacer tal cosa? Inger no respondió. Al cabo de un rato, insistió...
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