Bendición de la tierra - Capítulo 17
Eleseus regresó a casa. Eran bastantes años los que había estado lejos, y aventajaba en estatura a su padre; tenía las manos blancas y afiladas y un bigotito oscuro. Como si considerara un deber la naturalidad y la amabilidad, nadie le hubiera podido llamar jactancioso; lo cual era para su madre motivo de admiración y gozo. Dormía en el mismo cuarto de Sivert. Se entendían bien los hermanos y se divertían a veces, dándose mutua broma. Pero, como era de esperar, Eleseus hubo de ayudar en la construcción de la nueva casa, y, dado que no estaba acostumbrado a tales trabajos, se cansaba y agotaba pronto. La cosa fue aún peor cuando Sivert tuvo que dejar aquel trabajo, que entonces hubieron de continuar los otros dos; el padre, lejos de tener ayuda con Eleseus, resultaba más bien perjudicado. ¿A dónde había ido Sivert? Es que un día llegó Oline con la noticia de que el tío Sivert estaba a punto de morir. ¿No tiene Sivert casi obligación de acudir a su...
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