Historia Su capital, Babilonia, fue probablemente una fundación acadia de finales del III milenio a. de C. Posteriormente la dominaron los guti, expulsados, a su vez, por los amorritas (h. 2000 a. de C.). Éstos la convirtieron en una importante ciudad-estado, que pronto alcanzó la hegemonía sobre la mayor parte de las ciudades de la baja Mesopotamia. En el s. XIX a. de C. surgió la primera dinastía babilónica (1894-1595 a. de C.), famosa sobre todo por su sexto rey, Hammurabi (1792-1750 a. de C.), que unificó el país desde el golfo Pérsico hasta Halab (Alepo) y desde el Éufrates al Tigris. Organizó la vida económica y política y creó una legislación: el Código de Hammurabi. Sus sucesores hubieron de contener los ataques de los casitas, que no consiguieron adueñarse de la ciudad hasta después del saqueo del rey hitita Mursil I (h. 1600 a. de C.). La sumisión de los casitas se prolongó hasta el s. XII a. de C., cuando fueron vencidos por los elamitas. Siguió un período confuso, durante el cual la ciudad fue regida por una dinastía local. Los asirios la dominaron entre los siglos IX y VII a. de C. A la muerte de Assurbanipal, uno de sus generales, Nabopolasar (626-605 a. de C.), liberó Babilonia y realizó varias campañas contra Asiria; en 612 a. de C., aliado a los medos, tomó Nínive, con lo que puso fin al imperio asirio. El nuevo imperio babilónico (626-539 a. de C.), bajo dinastía neobabilónica o caldea, mantuvo la hegemonía en el Próximo Oriente. Bajo Nabucodonosor II (605-562 a. de C.), Babilonia alcanzó su máximo esplendor; la victoria de Karkemish (605 a. de C.) sobre los egipcios dio a los babilonios el control de Siria y Palestina. Nabucodonosor II fue también un gran constructor: rodeó Babilonia de murallas y reconstruyó el templo de Marduk. Sin embargo, este renacimiento fue efímero: en el 539 a. de C. el rey persa Ciro II conquistó la ciudad, que en el 331 a. de C. fue ocupada por Alejandro Magno y convertida en capital de su imperio. A partir de ese momento se inició la caída definitiva de Babilonia.