Apéndice 3. La Ciencia Como Aventura Hacia las Alturas y Hacia las Profundidades
EL investigador científico goza de un impulso característico que le arrastra a abordar orillas desconocidas de la ciencia. Por ello, la investigación suele embarcar a sus autores en apasionantes aventuras que duran años o toda la vida. El descubrimiento de la circulación de la sangre, de la redondez de la Tierra, la obtención de las primeras vacunas y de la penicilina, el primer vuelo sobre el Atlántico o el lanzamiento de cohetes espaciales, son hazañas que, sin duda, pueden compararse con el descubrimiento de América, la realización de la primera vuelta al mundo o el coronamiento de las más altas cimas del Himalaya. Desde esta perspectiva, no es de extrañar que en todas las culturas el hombre, o más bien algunos hombres, se hayan sentido empujados hacia la conquista de dos de los más míticos elementos generadores de vida: el cielo y el mar. Desde la antigüedad la leyenda nos describe cómo Icaro se construyó dos alas con plumas de ave para poder volar y descubrir...
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