Amalia: 15
Amalia: Cómo una sola puerta tenía tres llaves Segunda parte, Capítulo 2 de José Mármol Acababan de dar las cinco de la tarde en el reloj de San Francisco; y el sol, próximo a su ocaso, no prometía por mucho tiempo ese recuerdo de su pasado esplendor que se llama crepúsculo, porque la tarde estaba nebulosa, cargado el aire de esos vapores densos y húmedos tan comunes en Buenos Aires, en la estación del invierno, que en el año de 1840 había anticipado sus rigores desde los últimos días del mes de abril. La calle de Comercio, donde no hay, sin embargo, comercio ni comerciantes, estaba casi desierta en ese momento, y de las pocas personas que la transitaban eran dos hombres que venían caminando a prisa en dirección al río: uno de ellos cubierto con una capa azul, corta y sin cuello, como la que usaban los antiguos caballeros españoles y los nobles venecianos; y el otro vestía un sobretodo blanco que le llegaba hasta el tobillo. -De prisa, mi querido maestro, de...
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