Aita Tettauen: 33
Aita Tettauen de Benito Pérez Galdós Cuarta parte - Capítulo III No hizo Santiuste por evitar la mirada del moro, ni menos trató de escabullirse y poner pies en polvorosa; antes bien afrontó gustoso la presencia de aquel sujeto y se fue a él con donaire y confianza. «Yo soy Juan -le dijo-, no Yahia, como tú me llamas»; y de esta sola frase surgió una larga conversación. Ráfagas de cólera, ráfagas de benevolencia notó el poeta en la cara del moro y en su lenguaje de perfecta entonación castellana. Lo que hablaron se perdió en el bullicio del pueblo que les rodeaba y en el rumor de cornetas que del campo venía. No se maravilló poco Santiuste de ver que el arrogante moro palidecía, que sus miradas inquietas se volvían de la tierra al cielo y del cielo a la tierra, y que de su pecho arrojaba suspiros, en los cuales iba envuelto el sonido de alguna palabra ininteligible. Sin duda sufría grave trastorno moral y físico, enfermedad del cuerpo, o profunda...
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