A todo honor: 08
Capítulo VIII 08 Pág. 08 de 11 A todo honor Felipe Trigo Suspendida la morfina, desde el nuevo día, recobró el herido su dominio mental, completamente. La fiebre manteníase alrededor de 38 grados, con leve alza; y en la tos apenas el pañuelo se manchaba de alguna estría sanguinolenta. Esta sangre hacíale a Inés un agudo efecto, como si con ella echase el joven el alma por los labios. Pensaba en lo mal que le había pagado la suerte su bello agrado inofensivo de oírla cantar, y la compasión se le extendía en una cariñosa gratitud. No era otro su papel, y desde bien de mañana se habla instalado en la alcoba por hacerle compañía a doña Fernanda. Seguía la prohibición de hablar, para el herido, y yacía el cuarto en el silencio. La monja daba cabezadas, por el velatorio de la noche. La madre resistíase, rezando, a la fatiga. Solo Luis e Inés-María, desde lecho a la butaca, constituían el uno para el otro esa especie de preocupación cortés y...
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