A todo honor: 07
Capítulo VII 07 Pág. 07 de 11 A todo honor Felipe Trigo La primera impresión que sufrió Inés en Las Mimbreras, fue de piedad por la madre desolada. Era una enlutada dama con el pelo gris, de faz inteligente y bondadosa..., de una correctísima educación que la impulsaba a refrenar su inmensa pena por una cortesía hacia la joven y galante dueña de la finca. Agradeció la delicadeza de esta compañía que venía a brindarla Inés, y lamentábase, en el saloncito donde había salido a recibirla, del trastorno impuesto a todo el mundo por la desgracia de su hijo. Habló de él, llorando ya, ganada para la franca explosión de su dolor por la afectuosa ternura de la joven, y ésta, comprendiendo que era una crueldad forzarla a prolongarle cumplimientos de visita, pidió: -Señora, no teniendo mi estancia aquí otro objeto que serle útil, ruégole que me considere desde luego como una hija..., como una hermana. Disponga de mí, y siga disponiendo de su entera...
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