A fuego lento: 33
A fuego lento
de Emilio Bobadilla
Capítulo III
Baranda estuvo ausente, al lado de Rosa, varios días, al cabo de los cuales sintió un deseo vehemente de volver junto a Alicia, como el asesino a la casa donde cometió el crimen. Abatido, sin confianza en sí propio, delegó en Plutarco para que se entendiese con ella.
Cuando Plutarco llegó a casa del médico, Alicia se aprestaba a salir. Al verle, su corazón dio un vuelco.
-Vengo -dijo Plutarco- de parte del doctor.
Alicia, disimulando su sorpresa, respondió con fingida altanería:
-Aquí no tiene usted que venir a buscar nada.
-Es que se trata de algo muy grave.
-¿De algo muy grave? -preguntó Alicia consternada. Después, reponiéndose, añadió:
-Pasemos al recibimiento.
Y sentados, repuso:
-Usted dirá.
-Alicia, usted sabe que soy su amigo.
-¡Mi amigo! ¡Qué ironía! Continúe.
-Que me intereso por usted...
-¡Ja, ja!
-Créame.
-Bueno. ¿Y qué?
-El doctor tiene sobrados motivos...
-Si empieza usted por disculparle,...
Está viendo el 14% del contenido de este artículo.
Solicitud de acceso
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
ACCESO COMPLETO
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
SIN PUBLICIDAD
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
ACTUALIZACIÓN
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales:
Enseñanza
Bibliotecas públicas