A fuego lento: 16
A fuego lento
de Emilio Bobadilla
Capítulo IV
Salían de la «Comedia francesa».
-La noche está espléndida -dijo Baranda-. Podemos ir a pie.
Y echaron a andar por la avenida de la Ópera, hacia los bulevares.
-¡Qué hermosa avenida! -exclamó doña Tecla-. Parece un salón de baile.
Sobre el asfalto brillante y terso, como la luna de un espejo bituminoso, resbalaban sin ruido fiacres y automóviles. Por las anchas aceras iban y venían ondulantes mujeres de exquisita elegancia y caballeros de frac. En el fondo de la calle rectilínea y fulgurante se destacaba la fachada sombría de la Gran Ópera.
Se detuvieron un instante para contemplar la rue de la Paix, iluminada por dos filas de faroles. A lo lejos, la columna Vendôme, imitación de la de Trajano, de Roma, recordaba los triunfos de la Grande Armée.
-¿Qué te ha parecido Le passé? -preguntó Alicia a Nicasia.
-Interesantísimo.
-E inmoralísimo -agregó don Olimpio, que durante la representación no cesó de...
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