A fuego lento: 09
A fuego lento de Emilio Bobadilla Capítulo IX El vapor subía penoso por el río, cuyas márgenes, exuberantes de vegetación virgen y espesa, resplandecían a los rayos del sol con verdor apoplético. En los catres y las hamacas de los camarotes que estaban sobre cubierta, continuaban algunos viajeros su sueño interrumpido por el madrugón. Por el alcázar, bajo la toldilla, entre baules y maletas, se paseaban los pasajeros de segunda clase, y abajo, hacia la popa, iban los de tercera, confundidos con la tripulación, las bestias y la carga. Se hubiera afirmado que eran las doce del día y eran las siete de la mañana. El río llameaba bajo el incendio matutino que envolvía el paisaje. En los remansos, sobre manchas de arena, enormes caimanes, color de granito, tomaban el sol con el hocico abierto. Parecían muertos o esculpidos. De una margen a la otra volaban gritando cotorras, loros y pericos, y las lianas que se enredaban a los árboles crujían con las cabriolas y...
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