7 de Julio : 8
7 de Julio : 8 de Benito Pérez Galdós A los dos días el desgraciado D. Urbano tuvo el inefable placer de abrazar a su sobrino. -Ven a mis brazos, hijo mío de mi corazón -exclamó el anciano desvanecido por la felicidad-. Esta es tu esposa, mi hija querida. Anatolio Gordón era un muchachote corpulento, tan rubio que el pelo y la cara casi parecían del mismo color, siendo sus cejas casi blancas y las pestañas como las de un albino. Su cara pecosa y arrebolada estaba siempre risueña, cualidad que se avenía bien con la redondez de la misma, y con sus facciones agraciadas y poco varoniles. Bigote amarillo, como madejilla de hilos de oro pálido ornaba su boca no menos encarnada que una cereza, y sin aquel ligero emblema de su condición masculina, la cara del primo Anatolio habríase confundido con la de una asturianaza guapetona o mofletuda pasiega. El musculoso cuerpo representaba hercúlea fuerza, y sus manazas...
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