A lo largo del tiempo que ha durado la gestación de este proyecto he contraído una deuda de gratitud con numerosas personas. Quisiera empezar dando las gracias a aquellos que, de un modo u otro, han contribuido a mejorar los contenidos de este libro. A Rafael Huertas, por descubrirme hace años a los «niños anormales» y por brindarme, desde entonces, su amistad y su magisterio. A José Martínez Pérez, compañero en la UCLM y director de la tesis doctoral que ha sido el germen de este libro, por su generosidad intelectual y personal. A Raquel Álvarez, Rosa Ballester, Enrique Perdiguero, José Luis Peset y Esteban Rodríguez Ocaña, por los valiosos comentarios que han hecho a mi trabajo. A Raquel y a Ricardo Campos, me gustaría agradecerles, además, que me hayan dado la oportunidad de participar en sus proyectos de investigación. También quiero dar las gracias a todos los que han estado a mi lado estos años. A Stefanos, por ser el mejor de los compañeros de viaje. A Lydia...