Textiles y cueros: todos los acimuts
Fábricas en el campo Desde la Antigüedad fue el comercio lo que determinó la evolución de la industria del textil. Roma recibía de Egipto lino, tintes y tejidos, y de Africa cueros y pieles. Bizancio se especializó en los brocados tejidos con oro. A las grandes ferias de la Edad Media llegaban la pañería de Flandes y los tejidos italianos. A través de los desiertos de Asia marchaban las caravanas de la seda. La gran industria textil apenas data, empero, del s. XVIII, y en sus inicios estuvo ligada al desarrollo del comercio marítimo y a las invenciones científicas. Un país, Inglaterra, desempeñará un papel primordial. La nueva industria estaba en él fundada primordialmente sobre la lana. Esta se extendió por todo el Reino Unido, en el que no llegaron a contarse menos de 14 intermediarios entre el criador de corderos y los tejedores (sin contar los fabricantes de telares y de tornos). «La lana es el pilar del Estado», escribió William Camden en 1607. En 1665 era ilegal proceder a una inhumación si no se utilizaba un sudario de lana. Inglaterra prohibió también la importación de productos de algodón, de las sedas indias y del lino irlandés. Pero este proteccionismo no resistiría a las realidades económicas. Un siglo más tarde el algodón acabó por imponerse.
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