Rembrandt: entre lo íntimo y lo universal
La búsqueda de lo espiritual Después de recibir en Leyde, su ciudad natal, una formación humanista y de haber aprendido los primeros rudimentos del oficio con Jacob van Swanenburg, Rembrandt se trasladó a Amsterdam al estudio de Pieter Lastiman, pintor notablemente impregnado de italianismo. La influencia de este maestro se refleja en la predilección que en sus primeras obras muestra el artista por los efectos violentos, las poses declamatorias y los objetos preciosos de colores tornasolados. La poética personal de Rembrandt empieza a afirmarse a partir de 1630. Retratos y cuadros narrativos, sobre todo de temas bíblicos, se ven inundados por una paz cada vez más profunda. Cada elemento parece disolverse en la armonía total del conjunto, y til color, que ha renunciado a las notas vibrantes y chillonas, retrocedo hacia el terreno de las medias tintas. La última fase de la actividad del pintor, después de 1650, refleja una profundización en la realidad íntima del sujeto, una voluntad de interiorización. La acción tiende a desaparecer, la anécdota y los detalles quedan borrados por los estados del alma y la emoción.
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