Por tropezar con una piedra
Cuentan los biógrafos del Eminentísimo Cardenal y Regente de España Cisneros, que siendo muy mozo salió de su pueblo, Torrelaguna, villa de la provincia de Madrid. Iba con el propósito de buscarse la buenaventura. Aunque siempre tuvo, desde la infancia primera, un gran sentimiento religioso y una veneración idolátrica por la Virgen del Carmen, no eran sus planes los de encerrarse en un convento. Más bien solicitaba la gran vehemencia de su corazón tomar parte en las guerras que entonces, como casi siempre, horrorizaban a la humanidad. Con el humilde hatillo sobre el hombro y una varita de enebro en la mano atravesó las sendas de la montaña guadarrameña, el que luego iba a ser famoso entre los famosos. Y al saltar un arroyo tropezó con un pedazo de piedra que le cortó el dedo grueso y le obligó a detenerse en la marcha. Por momentos se le iba inflamando el pie. Cojeaba, y siéndole imposible continuar el camino, procuró acogerse a un convento de Benedictinos que estaba...
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