La pintura de Japón: religiosidad y refinamiento cortesano
Las fases de la influencia china El s.VII presenció la introducción de la pintura budista y el florecimiento de un estilo próximo al de los Tang (pinturas murales del Templo de oro del HŌryŪ-Ji de Nara). En el S.VIII se creó en dicha capital una Oficina de pintura que reunía a numerosos artistas encargados de decorar palacios y monasterios. En el transcurso del siglo siguiente, monjes célebres (Saichō y Kubai) trajeron de China manuscritos e imágenes piadosas y renovaron la iconografía religiosa. En el s.XIII fueron relevados por los monjes zen que introdujeron en Japón el estilo Song con su gusto por el retrato realista y, sobre todo, por la pintura monocroma. La técnica del lavado (suiboki), o dibujo a la aguada, permitía modelar las formas mediante pinceladas difuminadas que sugerían las cualidades aéreas de la atmósfera. Los pintores japoneses multiplicaron entonces sus paisajes, tanto sobre los fusuma (puertas correderas) como sobre los kakemono (rodillos verticales).
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