La gran pintura española de la Edad Moderna
A la búsqueda de una identidad propia El punto de partida lo constituye la pintura hispanoflamenca, patética, realista, recia, de fuerte carácter. También será importante la influencia italiana en el Renacimiento. Por eso puede decirse que se produce una interpenetración de las formas renacentistas a partir de conceptos estéticos derivados de lo hispanoflamenco. Y todo ello con la impronta de un marcado españolismo, austero, sobrio, profundo y sosegado. Quizá sea Pedro Berruguete quien mejor responda a esta definición. El resultado seria una pintura española, representativa de una peculiar visión del mundo y de una actitud ante la vida, tal como se muestra en la literatura del Siglo de Oro. Una pintura en la que no abunda la mitología, el paisaje o el desnudo femenino y sí el naturalismo, la observación de la realidad, y que tiene como temática fundamental el retrato y el cuadro religioso.
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