La encuadernación: vestimentas para los libros
Un oficio de artesanos El artesano encuadernador comienza su trabajo disponiendo en su taller de ciertos elementos de trabajo, como son las guardas o las láminas. A continuación viene el alzado, o sea, el ordenamiento según el orden de lectura de los cuadernillos que constituyen cada volumen. Después sigue la costura, operación durante la cual cada cuadernillo queda fijado por el lomo a unos cordeles o cintas especiales. De inmediato, el encuadernador debe marcar el cajo, o sea, redondear el lomo del libro con un martillo, para formar una pestaña o resalto destinada a encajar los cartones de la tapa. Esta pasará a integrar un conjunto con los cuadernillos gracias a los cordeles o cintas que los unen y que pasan a través de hendiduras especiales hechas en el cartón de la portada. Tras guillotinar el canto superior y encolar el lomo y reforzarlo aplicándole un trozo de muselina (enlomar), se lleva a cabo el armado de las tapas o portadas del volumen, hechas con piel (distintos tipos, como las de tafilete, de badana u otras), con tela o con materiales sintéticos. El libro, ya provisto de sus tapas, recibe el titulado y alguna decoración elegida previamente, en dorado, que se realiza en caliente con la ayuda de hierros o de planchas para dorar. Por último, el acabado implica la puesta en prensa y el pulimento.
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