El rapto de los niños (J. M. Barrie)
El ataque pirata había sido una total sorpresa: una buena prueba de que el desaprensivo Garfio lo había llevado a cabo deshonestamente, pues sorprender a los pieles rojas limpiamente es algo que no entra en la capacidad del hombre blanco. Según todas las leyes no escritas sobre la guerra salvaje siempre es el piel roja el que ataca y con la astu cia propia de su raza lo hace justo antes del amanecer, hora en la que sabe que el valor de los blancos está por los suelos. Los blancos, entretanto, han levantado una tosca empalizada en la cima de aquel terreno on dulado, a cuyos pies discurre un riachuelo, ya que estar demasiado lejos del agua supone la destrucción. Allí esperan el violento ataque, los inexpertos aferrando sus revólveres y haciendo crujir ramitas, mientras que los veteranos duermen tranquilamente hasta justo antes del amanecer. A través de la larga y oscura. no che los exploradores salvajes se deslizan, como serpientes, por entre la hierba sin mover ni una brizna....
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