El metro La primera línea subterránea del mundo, la Metropolitan Line, se puso en servicio, en Londres, el 10 de enero de 1863. La denominación de «metropolitana» (abreviada posteriormente «metro») se habría de mantener para designar los ferrocarriles urbanos subterráneos o a veces aéreos de las grandes ciudades; en la época de la tracción a vapor se construyeron sobre todo líneas aéreas sobre viaductos, tendidos sobre las grandes avenidas, por ejemplo en Nueva York (1868) o en Chicago (1892): son las Elevateds (o «L»), por oposición a las líneas Underground, palabra que, en los países anglosajones, designa las líneas metropolitanas subterráneas. Tan sólo a fines del S. XIX, cuando la tracción eléctrica alcanzó un grado de operatividad se crearon líneas subterráneas nuevas en Londres (1890), Budapest (1896), París (1900), Berlín (1902), etc. Desde hace muchos años y en todos los lugares del mundo, los trenes del metro son unidades automotrices constituidas por coches que funcionan en una unidad múltiple (es decir, que todas ellas son conducidas de forma simultánea por un solo conductor situado a la cabeza del convoy) y que eventualmente llevan intercaladas unidades de remolque; o bien se trata de convoyes inmodificables como en París (5 ó 6 coches, 3 ó 4 de los cuales son motores), o bien son trenes compuestos, de acuerdo con la afluencia de viajeros, por uno o varios elementos de 2 ó 3 coches, como ocurre en Bruselas, Hamburgo o Munich. En 1981 existían en todo el mundo unas 60 redes de «metro» en explotación (exceptuado el continente africano) y se hallaban en construcción una decena de ellas. Las redes más largas son las de Nueva York y Londres (393 y 388 Km respectivamente), París, Tokio y Moscú (cada una de ellas entre los 170 y 190 Km de líneas); la red parisiense cuenta con el mayor número de líneas (15), pero la de Moscú es la que más viajeros transporta anualmente (más de dos mil millones). En España cuentan con «metro» Madrid (10 líneas y 105 Km de red) y Barcelona (4 líneas y 48,4 Km).