La elección de cónyuge se ve limitada El joven en edad de casarse, y que dispone del suficiente dinero como para pagar una dote, toma por sí mismo la decisión de cambiar de estado. Pero su madre desempeña un papel de gran importancia en la realización de tal proyecto, puesto que ella es la encargada de escoger a la esposa. La separación de los sexos, muy estricta en Lamu, no permite todavía al hombre hacer la elección por sí mismo. El consentimiento de la joven tampoco es requerido por regla general, y apenas si se presta atención a sus deseos. En definitiva, se ve obligada a desposarse con el pretendiente que se la destina. Los criterios de la elección son, en primer lugar, la pertenencia a un clan, pues los matrimonios son, en dicha sociedad, teóricamente endogámicos. Los matrimonios entre primos gozan de un favor particular, puesto que estrechan los vínculos familiares y suelen ser más estables que los demás. Los derechos de preopción del primo sobre su prima hermana (hija del hermano del padre) siguen siendo en la actualidad muy fuertes: posible oposición al matrimonio de su prima con un extraño; derecho de ruptura de los esponsales de la prima si el primo desea desposarla. La riqueza del pretendiente entra también en los datos a tener en cuenta, y no es extraño que los matrimonios sean acordados con hombres de edad, que son quienes pueden proponer los mejores precios.