El grillo del hogar: Segundo grito
El grillo del hogarSegundo grito de Charles Dickens I Solitos en su rincón, como dicen los libros de cuentos -cuyas benéficas narraciones habréis bendecido cien veces, por lo bien que saben disipar la monotonía de este mundo prosaico-, vivían Caleb Plummer y su hija ciega; solitos en su rincón, esto es, en una casucha de madera llena de hendeduras, en un verdadero cascarón de nuez, que era algo así como una verruga situada en la preeminente nariz, de ladrillo, de Gruff y Tackleton. La propiedad de Gruff y Tackleton se extendía a lo largo de media calle; en cambio, la casita de Caleb Plummer se hubiera derribado fácilmente de un martillazo o dos, y sus escombros habrían cabido fácilmente en una carreta. Si algún transeúnte hubiese hecho a la casa de Caleb Plummer el honor de notar su desaparición, una vez realizada la expedición que acabamos de indicar, hubiera sido indudablemente con el único objeto de...
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